El voto útil: España no es Andalucía

Se habla últimamente en los medios —y es comprensible tras la euforia que supone que tras 36 años la Junta de Andalucía vaya a tener un gobierno no socialista— de que la fragmentación de la derecha en tres partidos acabará beneficiándola a pesar de que ninguno de sus integrantes sea la lista más votada. Es de esperar que Pablo Casado quiera alcanzar la presidencia del Gobierno con una fórmula «andaluza». Que esto suceda no depende únicamente de que dos de los tres integrantes de esa coalición de derecha, Cs y VOX, se entiendan, si no de que verdaderamente den los números para gobernar. Y es que esto es lo que está por verse porque la asignación de escaños en unas elecciones generales suele dar ventaja a las fuerzas consolidadas y no al voto dividido en tres. Esto es algo que se ha visto históricamente: el voto dividido en muchos partidos suele dar al traste con las oportunidades de una opción ideológica para hacerse con el poder. La memoria puede evocar el caso de las elecciones de 1933, las primeras en las que votaron las mujeres, en las que la izquierda se desplomó por presentarse separada. El centro y la derecha se presentaron en diversas coaliciones. La CEDA obtuvo la mayoría por haber conseguido aglutinar a los pequeños partidos de derechas (alfonsinos, carlistas, Partido Agrario…) que por sí mismos eran incapaces de alcanzar el poder. Luego la historia enseña que las listas unificadas son más beneficiosas, especialmente en este paradigma nuestro marcado por la Ley electoral actual.

El voto partido de la derecha puede acabar haciendo que la izquierda obtenga la mayoría absoluta en escaños. Hay una gran mayoría de provincias españolas que entregan entre tres y cinco escaños. Las circunscripciones de las dos Castillas, Aragón y Andalucía entran dentro del parámetro de 3-5 escaños, lo cual hace mucho más fiera la batalla por granjearlos. El reducido número de escaños en oferta hace que no todos los partidos lleguen a tener el número de votos suficientes para conseguir la representación. En estas circunstancias, se premia al voto unificado en lugar de al voto dividido. Si en León, que ofrece cuatro escaños, el votante de derechas tiene tres opciones, puede acabar entregando su voto a un partido que, por ser la opción minoritaria del grupo de derecha, no consiga los votos suficientes para obtener uno de esos cuatro escaños. Luego hay un voto de derechas que acaba siendo inútil porque no basta para lograr escaño. En este caso, los votos de la opción de derecha minoritaria, VOX, no solo se quedan en la papelera sino que restan potencia a la opción mayoritaria de la derecha, el PP, que cuenta con menos votos para hacerse con más escaños.

Sociológicame la LOREG (Ley Orgánica del Régimen Electoral General) tiende a favorecer el bipartidismo porque el multipartidismo acaba haciendo que haya votos inútiles. Es muy posible que en las próximas elecciones el PSOE, como fuerza mayoritaria de la izquierda ante el desplome de Podemos, se beneficie del voto único del izquierdista. Puede que alcance una mayoría holgada en escaños, dado que todos los escaños que el PP pudiera lograr en las zonas rurales pueden acabar en el PSOE por no tener la derecha los votos únicos suficientes. España no es Andalucía: en Andalucía Huelva es la circunscripción que menos escaños ofrece —11—; el resto de circunscripciones entregan un número elevado de escaños por lo que es posible que los cinco partidos hayan logrado escaño. Pero la oferta de 11 escaños en unas elecciones generales se acaba en Málaga; las circunscripciones de pocos escaños acabarán cayendo en manos de la izquierda.

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Teodoro García Egea, secretario general del PP, y su homólogo de VOX, Javier Ortega Smith, cerrando el acuerdo por el que se garantizaba a VOX un sitio en la Mesa del Parlamento andaluz a cambio de apoyar la candidatura de Cs a la presidencia de la Cámara.

Es imprescindible que el voto esté concentrado también por la dificultad de conciliar un gobierno de tres, como se está viendo en Andalucía. Ayer, en la reunión entre Teodoro García Egea y Javier Ortega Smith, los secretarios generales de PP y VOX, este último interpuso 19 demandas a apenas días de que la presidenta de la Cámara andaluza comience la ronda de consultas. Son demandas inaceptables y alejadas de la realidad política andaluza y española: no hay ni una medida respecto al desempleo, que en Andalucía roza el 23% (el más alto de España), se exige la deportación de 52 000 inmigrantes ilegales, cuando la Junta no tiene poder para ello pues es competencia exclusiva del Estado central, se propone la creación de una Consejería de Familia y Natalidad, cuando ya está cerrado el consejo de gobierno entre dos partidos y cuando VOX nunca ha aspirado a estar en el ejecutivo regional —recordemos eso de «no queremos ni cargos ni cargas», Abascal dixit.

Es especialmente curiosa la exigencia voxista de que se cambie el día de Andalucía del 28 de febrero (fecha de su referéndum de autonomía en 1980) al 2 de enero (cuando los Reyes Católicos tomaron la Alhambra en 1492). ¿Cuál es el motivo para ello? ¿Qué acuciante problema de la sociedad se soluciona con este cambio de fecha? Son las mismas preguntas que rodean la cuestión de la exhumación de los restos de Francisco Franco. VOX ha sido unos de los que, con acierto a mi entender, esgrimió que la sociedad española tenía problemas más importantes que sacar la momia del Valle de los Caídos. Sin duda la sociedad y el futuro gobierno de Andalucía tienen asuntos más urgentes que atender, como el paro, la pésima gestión de la sanidad, la corrupción, que cambiar la fecha del día de la comunidad. Y si en verdad piensan que es necesario para la sociedad andaluza reivindiar el 2 de enero como fiesta de la comunidad por el bagaje histórico que ello pueda tener, que no critiquen el significado histórico que para otros pueda existir en la exhumación de Franco. (Ambas cosas son vanas, creo yo, pues constituyen el mismo fútil ejercicio de hacerle la guerra a la historia).

Las medidas propuestas ayer por VOX son parte de un golpe mediático para continuar apareciendo en los medios. Una estrategia sin duda muy de Podemos, que no dudó en aparecer una tarde de abril de 2016 en la sala de prensa del Congreso aireando el organigrama de gobierno que le habían dibujado a Pedro Sánchez. VOX se trata de un partido volátil, por ser un parvenu de las instituciones. El 2 de diciembre salió a celebrar su buen resultado electoral poco menos que ofreciendo una investidura gratis y sin embargo ahora exige un precio altísimo, porque se ha dado cuenta de que tampoco puede aparecer como un rey mago que regala investiduras. La convivencia con Cs va a ser complicada —y puede que hasta con el PP, que ya cuenta con voces que critican el acercamiento a VOX— lo cual no garantiza que vaya a forjarse un gobierno de las tres derechas. Cs tiene que velar por los votantes de su izquierda que jamás verán con buenos ojos el acercamiento a VOX. El entusiasmo de Andalucía (que aún está por ganarse) no puede extrapolarse a España por cuestiones de convivencia entre las tres formaciones de derechas y por la matemática electoral, que en mayo puede dar más de un susto.

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