Cuánto vale la Oposición

Las elecciones del 10 de noviembre han constatado que la decisión inmovilista de Albert Rivera, que no quiso pactar una coalición con Pedro Sánchez que hubiera contado con 180 escaños, fue de los mayores errores políticos de nuestra historia contemporánea. Los dioses griegos enviaban la hibris (el orgullo desmedido) a los mortales que los desafiaban: la insolencia extrema se penaba con la más amarga de las humillaciones. Así, a Belerofón lo derribó un tábano que picó a Pegaso cuando ambos trataban alcanzar el cielo; Medusa, que había sido las más bella y lasciva de las mujeres, solo pudo matar hombres tras proclamarse más bella que Atenea; Rivera ha caído por anteponer su interés personal al bien común sin siquiera disimularlo. La irrelevancia en la que se ha sumido Ciudadanos es justo castigo. Es una fuerza fuera del juego político en el que ahora solo hay presentes 4 partidos. Bravo, Sr. Rivera: mancilló y destruyó usted la alternativa liberal española que ahora, ya sin asomo de duda, vuelve a encarnar el Partido Popular.

La situación política que se abre a partir de hoy no es sencilla y van a ser necesarios esfuerzos titánicos por parte de los actores que siguen en pie — veremos si nuestra clase política está a la altura.

El irresponsable PSOE de Pedro Sánchez forzó las elecciones y no ha conseguido el resultado que esperaba: la vía del gobierno de izquierdas se antoja imposible con un Podemos exigente, a pesar de debilitado, y un independentismo que ha cobrado fuerza. La abstención pragmática de Esquerra Republicana (ERC) es un imposible y no solo porque los republicanos ya no se moverán de sus demanda de amnistía y autodeterminación, sino porque la presencia de las CUP en el Congreso radicalizará y marcará los tiempos de todo el independentismo, igual que en el Parlament. La única vía posible para salvaguardar la gobernación de España es la de una gran coalición PSOE-PP. La llamada «abstención patriótica» del PP no solucionaría el problema. Si los 88 diputados del PP se abstienen (más 10 de Ciudadanos y 4 de Navarra Suma y Coalición Canaria) Sánchez aún tendría más votos en contra (125 – Podemos, Vox, ERC, JxCat, CUP, PNV, Más País, Bildu, BnG), luego la investidura fallaría. Si consiguiera aunar votos positivos que se mantuvieran a pesar de ser necesaria la abstención del PP (que es lo que de por sí aleja a la izquierda radical de esta fórmula), Sánchez aún estaría impedido para gobernar pues dependería de pactos puntales con Unidas Podemos y el independentismo — lo cual inhabilita cualquier tipo de solución a los dos problemas imperantes en España (Cataluña y la economía).

Hemos llegado al punto en el que no hace falta facilitar un gobierno; hace falta facilitar la gobernanza. Los problemas que durante esta campaña electoral se han venido vislumbrando, el Brexit prorrogado, la crisis económica, la inestabilidad en Iberoamérica, además del muy visible problema catalán, se tornarán (espeluznantes) realidades en el año 2020; tiene que haber para entonces un gobierno con margen de maniobra, no uno que esté en minoría y vendido a lo peor del Congreso. La única solución que hay en el horizonte es la de una coalición PSOE-PP semejante a las que hay (o hubo) en Europa. Es la única forma de afrontar los problemas que se avecinan.

Aquí se abre la incógnita de la Oposición. Si el PP formara gobierno con el PSOE (dejemos de momento la cuestión personal de Pedro Sánchez), el liderazgo de la Oposición quedaría en manos de Vox, que ayer obtuvo 52 escaños (muy por encima de lo que cualquier encuesta vaticinaba). Dejar la Oposición en manos de un partido populista sería pésimo. Cierto es que cuando en el Reino Unido se formaba una gran coalición quedaban liderando la Oposición los liberales. En Alemania fue así durante un tiempo hasta la última coalición, en la que la extrema derecha de Alternativa Por Alemania fue la primera fuerza de la Oposición. Uno de los argumentos que se repetía en el PSOE en 2015 cuando Mariano Rajoy ofreció la gran coalición entonces fue que el liderazgo de la Oposición recaería en Podemos (entonces tercera fuerza con 71 diputados) lo que podría dispararlo de cara a unas elecciones. Sin embargo, la Derecha no funciona ante estas cuestiones de la misma forma que la Izquierda. La Derecha valora positivamente el pacto en favor de la gobernabilidad porque su ethos es pragmático y posibilista. (En ese sentido y cambiando el sujeto de la cita de Lord Palmerston, podría decirse que la Derecha tiene intereses antes que enemigos o amigos). El PP se beneficiaría de la gran coalición electoralmente si supiera venderla como una respuesta de Estado ante una emergencia territorial y económica. 4 años confrontando a un gobierno que vende el hecho de gobernar en sí, tras años de bloqueo político, no sería fácil para Vox, sobre todo si ese gobierno es eficaz.

Claro que esto es algo que el PP puede no estar dispuesto a contemplar dado que en estas elecciones Vox le ha pisado los talones al PP en muchas circunscripciones. Es cierto que el precedente es que la extrema derecha tiende a crecer si el conservadurismo se alía con la socialdemocracia como ha sucedido en Alemania (donde Alternativa fue la lista más votada en landers tradicionalmente ligados a la CDU de Merkel) y en Austria. Sin embargo, estos son países donde la extrema derecha surgió con tanto ahínco debido al hastío de generaciones de gran coalición (Alemania lleva gobernada por la coalición desde los 90 y Austria desde el final de la Segunda Guerra Mundial). En estos países el ascenso de la extrema derecha se produce más como respuesta a una exclusión del poder, monopolizado por conservadores y socialdemócratas, que por un genuino rechazo a que la derecha y la izquierda moderadas pacten. La prueba: estos partidos sólo han surgido tras décadas de gran coalición, no como una consecuencia inmediata de su surgimiento. En España nunca ha habido una gran coalición y es una solución pragmática que aliviaría la sensación de hastío e inutilidad de la política que viene imperando desde el 2015. No se dan las circunstancias para que la extrema derecha española se dispare como la austriaca o la alemana a raíz de una gran coalición. Y por ello, por lo menos en esta legislatura vital en la que nuestro debilitado tejido socioeconómico y territorial va a correr peligro, urge la solución de Estado.

El liderazgo de la Oposición no es otra cosa que el refugio seguro donde durante el turnismo el partido que quedaba fuera del gobierno se hacía fuerte hasta las próximas elecciones. Vox no tiene la consistencia ni la implantación territorial como para que 4 años de Oposición se salden con una mayoría de gobierno en el 2023. La distancia entre Vox y el PP es mayor que la que había entre PP y Ciudadanos el 28 de abril, cuando sí que el PP no podía renunciar al liderazgo de la Oposición porque entonces Rivera si hubiera consolidado como el reemplazo de los populares. Las incógnitas en esta ecuación con Vox son diferentes a pesar de que a simple vista puedan parecer semejantes. Ciudadanos era un partido con capacidad de ensanche por aunar elementos de la derecha moderada y de la que podríamos llamar más radical, sobre todo por el nacionalismo español y el centralismo. Pero Vox nunca será la fuerza de la Derecha debido a que su planteamiento iliberal es incompatible con el racionalismo liberal y pragmático de la mayor parte de la “no Izquierda”. Ha quedado claro, una vez más por si fuera necesario, que la fragmentación del voto es letal para la Derecha. Mientras exista Vox, la Derecha no gobernará en solitario. Los problemas del país exigen que lo haga, de momento, en una gran coalición con la socialdemocracia. 

4 comentarios sobre “Cuánto vale la Oposición

  1. Querido Alfonso

    No quise responderte a tu último artículo sobre VOX porque me pareció algo desproporcionado y muy duro con este partido político que ha sido tachado de extrema derecha para intentar inhabilitarlo para una futura operación de gobernanza en nuestro país.

    VOX es un partido impecablemente democrático con un planteamiento económico marcadamente liberal y netamente partidario de la economía de mercado pero profundamente patriótico y que propugna una solución diferente para el problema de la estructura territorial del Estado en España. Es verdad que es partidario del Derecho a la Vida y muy crítico con los postulados de la legislación LGTB, lo cual irrita sobremanera a los “ progres “ y a la izquierda en general. Digo más : si siguen las cosas así que se despida el PP de gobernar si no es con el concurso y apoyo de VOX.

    El desafío del nacionalismo separatista en la hora actual va a producir un verdadero terremoto en la vida parlamentaria española que puede incluso acabar con lo que fue el consenso de 1978.

    En fin es un tema largo y para mí complicado de explicarte en lo que tiene que ser una breve nota-comentario a tus reflexiones en el blog.

    En cuanto a cuál es la mejor solución para la formación de gobierno, en estos momentos, coincido como es natural con tu aproximación al problema.

    Un fuerte abrazo. IGNACIO

    Ignacio Camuñas

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      1. Hola, José Manuel:

        Muchas gracias por tu comentario. Yo creo que VOX es un fenómeno bengala que ha emergido con fuerza debido a una combinación de acontecimientos sucedidos desde la moción de censura a Mariano Rajoy, pero que acabará decayendo en favor de opciones realistas y con capacidad de gestión en cuanto se calmen las cosas.
        Respecto a lo que dice I. Camuñas de que VOX es un partido impecablemente democrático no puedo estar más de acuerdo, pero eso no quita para que tenga planteamientos que se alejen de lo que siempre ha sido el consenso pragmático de la Derecha occidental, especialmente en materia europea (estoy pensando en el acercamiento a movimientos como el de Libertad y Justicia en Polonia o el de Viktor Orban en Hungría – sobre este tema escribí un artículo que igual te interesa: https://www.abc.es/opinion/abci-pillas-politica-exterior-201904120016_noticia.html).
        Sobre la disociación entre PSOE y Pedro Sánchez, te invito a echar un vistazo a la última entrada en dehistoriapoliticayperros.com
        Gracias por seguirme. Un abrazo.

        Alfonso Goizueta

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