El gobierno en pedazos

Lo complicado de la situación del coronavirus ha llevado a cierto parón en las entradas de De Historia, Política… y Perros — debido a mi desconocimiento de la cuestión sanitaria, que me impedía opinar. Ahora que ya se vislumbran las consecuencias políticas de la crisis, retomamos nuestro análisis de la actualidad.

Se las prometían muy felices en el gobierno de coalición, sobre todo el sector del PSOE. Entre bambalinas y danzas mediáticas se podía, perfectamente, llegar a agotar la legislatura. Bastaba con saber maniobrar en las relativamente triviales aguas de los problemas que acechaban al país hace dos meses: el nacionalismo en Cataluña iba a apaciguarse por enésima vez a través de la mesa de partidos ya aceptada por la opinión pública; el ‘Delcygate’ y la cuestión de Venezuela, estaban olvidados; la discusión por la manifiesta incapacidad de Podemos para gobernar era una minucia que solamente afectó a la aparatosa Ley de Libertades Sexuales — de la que ya no se sabe nada—; los acuciantes problemas de los agricultores puede que constituyeran el trago más difícil para el gobierno, pero nada que lo fuera a hacer caer. Sin embargo, vino el COVID-19, una crisis de proporciones meteóricas y no solamente por la dureza de la enfermedad y la saturación de la Sanidad, sino por la galopante recesión económica que dejará a su paso.

Contaban los periodistas que el rey Felipe VI bromeó con Pedro Sánchez el día de su jura como presidente diciéndole que «el dolor vendría después de jurar». En efecto, ya es evidente que la legislatura — nociva igualmente para las instituciones de España — que Sánchez tenía en mente se ha venido abajo con un demoledor estruendo. No queda nada: su gobierno nunca será el mismo y su paso por la Historia de nuestro país, tampoco. Y es que la justicia poética de Shakespeare o la hibris que los dioses mandaban a los héroes griegos para enloquecerlos, siempre se cobra la victoria.

Sánchez aseguró en septiembre que él no dormiría tranquilo si tuviera ministros de Podemos en su Consejo dada su incapacidad, su falta de conocimiento de los asuntos de Gobierno; en esencia, por su demagogia y populismo — enemigos de la correcta gestión de lo público. Desdeñó el Ministerio de Sanidad ofreciéndolo como parte de aquella transacción ministerial propia de un bazar persa. Podemos lo rechazó por parecerle poca cosa. Sánchez resolvió entregárselo a Salvador Illa, máster en filosofía, tan docto en asuntos sanitarios como éste que escribe, como escaparate para que en unos años reemplazase a Miquel Iceta como cabeza de cartel en Cataluña. Sin embargo, ha venido la tormenta, que se ha vuelto todavía más vigorosa debido a negligencias mayúsculas como la de permitir las masivas marchas el 8 de marzo —que tenía que mantenerse, costase lo que costase, para que después de la polémica por la Ley de Libertades Sexuales no pareciera que Podemos llevaba la delantera al PSOE en cuestiones de feminismo— o actos multitudinarios como partidos de fútbol o mítines políticos. España se encontraba desprovista, con el pie cambiado, a pesar de lo que venía sucediéndose en Italia, de lo que había sucedido en China e Irán, y sin capacidad de reacción por la propia deficiencia de su estructura gubernamental.

Un gobierno sobredimensionado era la forma de contentar a los miembros de Podemos que lo integrarían pero sin renunciar a competencias vitales que el PSOE quería mantener atadas y bien atadas. Sin embargo, cuando una crisis de estas dimensiones arrecia, la cooperación entre todos los sectores de la Administración es fundamental. Los hoy ministerios (Consumo, Servicios Sociales…) funcionaban como secretarías de Estado eficientemente encajadas dentro de mayores engranajes ministeriales. Ministerios que siempre iban de la mano ahora van por separado, multiplicando trabas y costes. Cuando es necesario que Trabajo, Seguridad Social, Sanidad, Servicios Sociales, Consumo, Economía, Ciencia… trabajen juntos para lograr dar una respuesta contundente, nos encontramos con que cada tribu tiene su líder y solo ante él responde. Y el presidente del Gobierno, desbordado por los acontecimientos y al borde del colapso tras ver como fracasan sus planes, lo consiente: se agarra a la unidad del maltrecho y descosido gobierno de coalición como si éste fuera una reminiscencia de lo que él otrora ansiaba, como si agarrándose a ello pudiera volver en el tiempo al enero de 2020 que nunca quiso dejar. Por ello permite que Podemos, a pesar de su perniciosa incapacidad de gestión, se salga con la suya, porque los quiere dentro de su gobierno. Por ello pasa por alto la descoordinación manifiesta entre ramos del Ejecutivo que hoy, más que nunca, tendrían que colaborando codo con codo.

Esta ensoñación de Sánchez traerá unas consecuencias tóxicas para España. La primera ya se ha visto: rumores de dimisión de Nadia Calviño, vicepresidenta económica, tras sentirse ignorada por el presidente que solo tiene oídos para los consejos bolivarianos de Podemos. La convivencia de una técnico de la Comisión europea con un admirador secreto (y no tan secreto) del chavismo, iba a ser complicada pero se ha tornado imposible cuando en una emergencia nacional el populismo del segundo se impone a la tecnocracia de la primera. Se permite que la ministra de Trabajo, la miembro de Izquierda Unida Galicia, Yolanda Díaz, diga y desdiga, haga y deshaga, como si la economía nacional fuera inmune a la incertidumbre que siembran los gobernantes. En un movimiento del peor tipo de colectivismo, ese con el comulga Podemos, se ha pasado por alto todo lo que tuviera que decir la Patronal —para ellos repulsivo nido de capitalismo— respecto a la «prohibición del despido» (que luego resultó ser encarecimiento) y basádose el criterio de dicha política solo en lo que decían sindicatos de neutralidad ideológica más que cuestionable.

Un Sánchez ausente, aferrado al pecio de su sueño político, se ha entregado además a un sectarismo político bochornoso y peligroso, que denota sin embargo su fragilidad y la de todo cuanto quiso construir. El Congreso suspendido a la orden de la presidenta Meritxell Batet, la campaña en redes sociales y medios públicos de desprestigio a la Comunidad de Madrid —con el ya famoso e infame #AyusoyPPculpables — y la filtración soviética de las preguntas de la prensa, hacen a este gobierno indigno de formar parte del club de democracias liberales. El colmo de la humillación fue la tibia respuesta al Gobierno holandés tras las intolerables palabras de su ministro de Finanzas, cargadas de desprecio contra los países del sur. Quedó nuestra defensa en manos del primer ministro de Portugal, que denunció las palabras de los Países Bajos como «mezquinas e impresentables, contrarias al proyecto y espíritu europeos». (Nota: Antonio Costa, premier portugués, es de la familia socialista europea, igual que Sánchez).

Lo peligroso de esta situación es que el gobierno implosione si se llegan a producir dimisiones como la de Calviño u otras personalidades de peso. Pero una crisis de gobierno para destituir a los ministros de Podemos, remodelar el Ejecutivo para hacerlo de concentración, sería una maniobra peligrosa que podría conducir a una parálisis gubernamental todavía mayor — un remedio peor que la enfermedad. Sin embargo, dado que esta enfermedad será además económica, puede que llegue un momento en el que no haya otra salida que esa y cuanto antes se produzca mejor. Estoy convencido de que no faltaría el apoyo del Partido Popular ni de la opinión pública para ello.

 

4 comentarios sobre “El gobierno en pedazos

  1. Un artículo que dice la verdad. Totalmente de acuerdo. Aprovecho para proporcionarte más datos por si te son de utilidad en tus análisis, ya que mi padre trabaja en cuidados intensivos y está al pie del cañón y tiene información de primera mano:

    -El gobierno está mintiendo, se está ocultando la veracidad sobre la información. Pongamos un ejemplo, a finales de febrero/principios de marzo Fernando Simón salió diciendo que no había transmisión cruzada o local en España. El jueves 5 de marzo mi padre ingresa al primer paciente de su hospital en intensivos confirmado Covid. El paciente no había salido de España en los últimos meses. Dado que los síntomas tardan en torno a una semana en aparecer, el paciente tuvo que contraer la enfermedad en España y como mínimo a finales de febrero.
    -Ninguna de las predicciones de Simón se han cumplido, es más ha estado ocurriendo exactamente lo contrario a lo que ha estado diciendo. Dijo que en España no habría más de 10000 casos; nos estamos acercando a los 10000 fallecidos. Por tanto, o bien Fernando Simón es el peor médico del mundo o bien tenía la información y se negó a hacerla pública, cualquiera de las dos opciones es nefasta y ha puesto en riesgo vidas de los ciudadanos y las ciudadanas de España. El pico de la curva todavía no ha llegado.
    -Contrariamente a lo que dice el gobierno (y que quede muy claro este aspecto) NO HAY CAMAS LIBRES EN MADRID. El Hospital Clínico está ya aproximadamente al 200% de su capacidad, como lo están la mayoría de los hospitales. Se están utilizando áreas de anestesia, pediatría y veterinaria para albergar a pacientes que requieren atención crítica. Las salas de espera se han transformado en salas de enfermos.
    -El número de contagios reales supera con creces el número oficial: Mi madre ha estado experimentando los síntomas del coronavirus durante las últimas semanas, aunque avisamos al centro de salud, no se le hizo el test y estoy seguro de que ella no es un caso aislado.
    -Sabiendo lo que decían los expertos de la OMS y teniendo constancia de la situación en China, el gobierno no tomó medidas, no se encargaron nuevos respiradores (esenciales para garantizar la estabilidad de un enfermo), no se proporcionó material médico antes de la avalancha de nuevos casos, no se restringió la llegada de vuelos desde Italia… Para un análisis de este aspecto, mira esta entrevista a Richard Horton (editor de una de las revistas de medicina líderes en la investigación científica): https://www.elindependiente.com/tendencias/comunicacion/2020/04/01/el-editor-de-the-lancet-sobre-el-covid-19-esto-es-un-escandalo-nacional-la-situacion-era-previsible/
    -La polémica de los test rápidos defectuosos
    -Amancio Ortega ha vuelto a ser criticado por sus generosas donaciones a la sanidad pública (y por donar respiradores) por Podemos… Ahí lo dejo.
    -El gobierno catalán va a dejar morir a las personas de más de 80 años porque se les va a negar asistencia médica, pero por supuesto son un ejecutivo muy tolerante e inclusivo donde nadie se queda atrás… Ahí lo dejo.

    Es cierto que nadie tiene la culpa de la aparición de un nuevo virus, pero los gobiernos sí tienen la responsabilidad y la obligación de actuar y prevenir para mitigar su impacto de la forma más eficiente posible garantizando ante todo la salud y el bienestar de las personas. Sin personas no hay economía, ni hay literatura, ni hay política, ni hay civilización humana. También es importante analizar la situación de forma objetiva, es decir, dejando de lado prejuicios o preferencias partidistas porque el estado de la nación española es perfectamente objetivo y merece ser estudiado desde un punto de visa imparcial. Por eso, nos pongamos como nos pongamos el diagnóstico es claro: La gestión de este gobierno ha sido muy mala, como lo está siendo en Italia y en Reino Unido entre otros. La crisis en el bienestar de la población es inmensa. No voy a opinar sobre qué repercusiones sociopolíticas puede tener esta crisis. No voy a decir si hay que pedir responsabilidades al gobierno frente a la justicia o si hay que salir a la calle convocando manifestaciones o si hay que denunciar a Fernando Simón ante el Colegio de Médicos. Pero el estatus de la situación es innegable, España no ha sabido proteger a sus seres queridos.

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    1. Totalmente de acuerdo, y muchas gracias por la información que aportas. La gestión del Gobierno está siendo pésima; es especialmente doloroso que primaran intereses partidistas antes que criterios sanitarios como con el 8-M cuando había sobradas evidencias de que era imprescindible que no se celebraran eventos multitudinarios. Pero después de lo que había protagonizado Irene Montero con su ‘ley’, el PSOE no quería cancelar el 8-M por miedo a perder la batalla del feminismo. Minucias y falta de previsión ante problemas mucho más complejos e importantes.
      Un abrazo.

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  2. Acertado pero tibio. Con la de pólvora disponible se me antoja un post demasiado tímido, especialmente en tiempos en lo que se necesita es artillería pesada, y no paqueos como los francotiradores del Rif.

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